domingo, noviembre 19, 2006

Prospopeya

Una nueva episodio del Defensor del Viñetista de El País a raíz de las críticas que ha recibido Máximo por una viñeta. En ella, un pensador que intenta entender el mundo razona, código penal en mano y ante un balbuciente interlocutor, que estamos en guerra con los terroristas. Hay quien se ha indignado, por ver justificada desde las páginas de este diario, que algunos tiene por socialdemócrata, la percepción de la realidad propia de Batasuna, ilegalizada por terrorista. El Defensor supone que puede haber base razonable para esa indignación pasando de puntillas por un artículo de su propio diario sin mencionarlo y citando otro.

No hay caso, respira aliviado tras hojear el Libro de Estilo [sic]: "Este diario se define estatutariamente -Libro de estilo, artículo 1.1- como defensor de la democracia plural según los principios liberales y sociales, y se compromete a guardar el orden democrático y legal establecido en la Constitución, "acoge todas las tendencias, excepto las que propugnan la violencia para el cumplimiento de sus fines". Y remata, sin respirar siquiera: "Ni una duda al respecto." Desde luego, que la defensa de la democracia sea una cuestión de estilo es ciertamente algo en perfecta consonancia con la viñeta. Pero cuánto alivio produce además comprobar que el cumplimiento de una norma queda demostrado por su mera enunciación. ¡Albricias! En la sencillez del razonamiento estriba su grandeza. ¿Será cierto que bastará con incluir en los libros de estilo de todos los periódicos del mundo las normas de convivencia y automáticamente quedarán cumplidas? La de dinero que se va apoder ahorrar la cosa pública: la felicidad y la justicia, al alcance de la mano.

El viñetista también tiene algo que decir. En concreto, dice que él no ha sido, señorita, ha sido el personaje. Vaya con cuidado este trasunto de Esopo, a este paso cualquier día se le queda el monigote con los derechos de autor y, por ende, con la nónima. Pero el hombre tiene boca y defiende que tiene ideas propias, aunque ignora que parasitadas por el personaje que él dibuja. Así, el hombre dice que "No estamos en guerra, ¿pero estamos en paz?", replica el uso del nosotros y ellos, y remata con ironía que tal vez su personaje debería haber escogido, en lugar de guerra, "combate asimétrico".

El verdadero meollo de la cuestión ya está considerado en los otros dos artículos de mucho mayor enjundia que esto último. Pero, a pesar de todo, no me lo puedo quitar de la cabeza. ¿Qué sucederá ahora? ¿Replicará el monigote que él no es responsable de lo que el hombre dice y propondrá nuevos sintagmas para el terrorismo? ¿Hay un Matrix en el que los caricaturistas son gobernados por sus creaciones? Le dedicaré a este apasionante tema lo que queda de fin de semana.

No hay comentarios: