El concepto de dictadura de partido suele remitir de forma casi inequívoca a las dictaduras comunistas o las fascistas. Con el alegre rigor de la verdad por montera a la que no puede ser ajena la catástrofe educativa de estas taifas, ahora está de moda está ser un luchador antifascista, treinta años después de la muerte del que instalara la última por estos pagos. En justo simetría pendular, no cabe sino esperar que hacia 2019 todos seremos heroicos luchadores anticomunistas, para celebrar el trigéismo aniversario de su derrota con la caída del muro.
Eran características comunes a todas esas dictaduras una apariencia formal de democracia (elecciones) risble frente a la hegemonía aplastante de facto de un único partido, el culto a la personalidad del líder y penetración del partido en el ejército hasta su práctica equiparación. Todo ello se traducía en que el partido era la escalera imprescindible para medrar, para los más ambiciosos, o al menos para sobrevivir, para los menos afortunados.
Tesis: Obviando el componente militar, algo más que demodé en esta parte del mundo, en algunos países y regiones de la Unión Europea se dan circusntancias absolutamente favorables para formas de hegemonía de partido, cuyo intensidad varía en función de la calidad de los controles democráticos.
En sucesivas entradas se interarán proporcionar argumentos que apoyan lo anterior, weather and time permitting (esto es, si los tiempos lo permiten)
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