Artur Mas deja el acta de diputado del Parlamento autonómico, para sorpresa de la gran mayoría que creía que el primer incentivo del ex presidente era conservar el aforamiento de cara a los procesos judiciales en curso. Sorprende porque su insistencia en que era imprescindible y además como presidente le había hecho embarrancar casi él solito la galopada en favor de la secesión de Cataluña. Lo hace, dice, para centrarse ne la tarea de refundar Convergencia, que falta le hace (a sus miltitantes y dirigentes, no tanto a la sociedad catalana, que, como ocurre en la bolsa, ya "descuenta" la paulatina desaparición del partido). Como siempre, pocos se han puesto a hacer los números más elementales: qué le supondría (en términos crematísticos y de status) quedar de parlamentario raso o hacerlo de ex-presidente. Ciertamente no estoy en la cabeza Mas (¡afortunadamente!) para conocer los verdaderos motivos y no me puedo imaginar que sean estas tan personales razones las que han motivado la decisión, pero tampoco creo que nadie las hubiera soslayado. En cualquier caso, a los catalanes, a todos nosotros, incluyendo a los que dicen haberlo tirado a la basura, nos va a seguir saliendo caro, muy caro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario