El argumento de "Espanya ens roba", absolutamente minoritario hace apenas cinco años y ahora aceptado acriticamente como incontestable, se ha centrado últimamente en las llamadas balanzas fiscales, entendiendo como tal la relación entre los impuestos recaudados a las personas físicas y jurídcas radicadas en cada comunidad y los fondos públicos asignados a esa comunidad. La falta de rigor en este análisis es impropia de una tierra que tan buenos economistas ha dado, pero por si todos se han despistado, aquí voy a echarles un cable.
El primer problema es que distintas estimaciones de las balanzas fiscales dan resultados muy diversos. Al fin y al cabo es muy difícil cuantificar tanto las contribuciones como el retorno. Todo parace muy sencillo con el IRPF que paga Juan Martínez de su trabajo en Cola Cao y el dinero que tranfiere el gobierno a la Generalidad para que se haga cargo de su sanidad y protección social.
Pero la realidad es bastante más compleja. El IVA recaudado al vender Cola Cao en Segovia, ¿es contribución catalana o segoviana? Una empresa con sede en Barcelona y capital mayoritariamente del resto de España, ¿es (sólo) contribución catalana? ¿Hay que contabilizar el dinero asignado al ayuntamiento menorquín donde un catalán tiene su segunda residencia como retorno? La construcción de la carretera de Segovia por la que ha circulado el camión de Cola Cao y sin la cuál no habría habido beneficio, ¿es o no es retorno? El AVE Madrid Barcelona, es de Madrid o es de Barcelona y Lérida, o de Zaragoza. ¿O es de todos y es un retorno múltiple? ¿La legislación europea que protege a los productores agrícolas catalanes, es retorno?
Más allá de estas complejidades (superables idealmente en caso de voluntad de llegar a un acuerdo, pero en la práctica insoslayables), el mayor problema de las finanzas fiscales y sorprendentemente el menos comentado es que su cálculo sencillamente carece de sentido en los términos empleados hasta la fecha.
Para igualar el terreno, por favor leamos todos la introducción a la entrada de Wikipedia sobre los impuestos, de la sigue que:
1. Los impuestos son cargas para personas y empresas
2. Tienen que aportar en mayor medida quienes más tienen y
3. Se usan para que el estado pueda cumplir sus funciones y prestar servicios públicos
En resumen, el dinero entra por un lado en forma de impuestos (y aporta más quién más tiene) y sale por otro para la prestación de servicios de interés público (y se distribuye en función de las necesidades) (hagamos un esfuerzo por olvidar por un momento la corrupción...).
¿Cuál es la lógica entonces de las balanzas fiscales? NINGUNA.
Si se compara lo recaudado con lo que asignado (en relación a los residentes en un área geográfica, a cualquier grupo humano en general o incluso a nivel indvidual) es porque se supone que se supone que debe existir el máximo equilibrio entre ambos. Esto es intrínsicamente falso por numerosos motivos.
El quid no está en
cuántos impuestos paga los ciudadanos de Cataluña y cuánto recibena cambio, como no está en cuántos impuestos paga el ciudadano Martínez y cuánto recibe Martínez a cambio, o
cuántos impuestos pagan los ciudadanos de Santander en impuestos y cuánto reciben a cambio o
cuántos impuestos pagan los seguidores del Barça y cuánto reciben a cambio o
cuántos impuestos pagan las mujeres rubias y cuánto reciben a cambio o
cuántos impuestos pagan los pilotos de Iberia, y cuánto reciben a cambio, o
cuántos impuestos pagan los residentes de Pedralbes y cuánto reciben a cambio, o
cuántos impuestos pagan los que viven a orillas del Ebro,
... ¿sigo?
Y no tiene sentido por al menos cuatro motivos.
El más obvio es que lleva al absurdo: ¿cuál es el sentido de un sistema en el que todos (los catalanes, el ciudadano Martínez, los de Santander, los del Barça, las rubias, los pilotos de Iberia, los de Pedralbes y los del Ebro) reciben lo que dan? Para eso no vale la pena recoger impuestos y vale más que Martínez los de Santander, los del Barça, las rubias, los pilotos de Iberia, los de Pedralbes y los del Ebro se queden con su dinero y nos ahorramos el recoger impuestos y devolverlos.
El segundo es porque semejante sistema no tiene ninguna capacidad distributiva. No permite destinar recursos a aquellos que no los tienen y obliga a preservar los de los que sí los tienen inlcuso los de los más ricos.
El tercero es porque aunque se alcance una relación exacta entre los recaudado y asignado en algún nivel de agregación concreto (por ejemplo, por comunidad autónoma), nada garantiza que eso ocurra a cualquier otro nivel (por ejemplo, provincial, comarcal, municpal). En particular, aunque los catalanes en su conjunto reciban exactamente, hasta el último céntimo de euro, lo que se recauda de individuos y empresas sitas en Cataluña, ello no tiene ninguna implicación para su relación con la distribución en relación a otros humanos dentro de Cataluña (en función de renta, sexo, raza, localización geográfica, etc). Lo que no serviría absolutamente para nada, a menos que el hecho de ser residente en ua comunidad autónoma sea un bien superior a ser de cualquier provincia, comarca o ciudad en concreto, pero también a ser mujer rubia, piloto de Iberia o, de forma inexplicable para el ciudadano Martínez, ser el proprio ciudadno Martínez!).
El cuarto y fundamental es porque la razón del sistema no es el equilibrio entre entrdas y salidas sino el dar respuesta a las necesidades de servicios públicos de la población. Es la equidad en la atención a estas necesidades lo que se debería medir: ¿están los niños españoles en igualdad de condiciones de recibir educación pública de calidad, con independencia de los recursos de sus padres, de su raza, sexo y religión, del lugar donde vivan? ¿Ocurre otro tanto con la sanidad pública para niños y adultos? ¿Se dispone de infraestructuras de calidad que permitan el comercio, el desarrollo económico y el transporte de individuos? Son esos los únicos elementos pertinentes para un debate informado.
La identificación de inequidades en educación, sanidad, protección social, derechos y libertados personales y otras en función de renta, geografía (autonomía, municipio, o provincia, pero también ámbito rural o urbano, costero o de interior) es esencial para poder corregirlas.
En formato electoral:
Las balanzas fiscales son un auténtico cuento chino. Pero si piensas que te están robando, no estás tan equivocado: Palau de la Música, Caso Pretoria, y un largo etcétera.
No te dejes distraer ni equivoques a quién hay que pedir cuentas. Si quieres servicios públicos de calidad, pide servicios públicos de calidad.
El primer problema es que distintas estimaciones de las balanzas fiscales dan resultados muy diversos. Al fin y al cabo es muy difícil cuantificar tanto las contribuciones como el retorno. Todo parace muy sencillo con el IRPF que paga Juan Martínez de su trabajo en Cola Cao y el dinero que tranfiere el gobierno a la Generalidad para que se haga cargo de su sanidad y protección social.
Pero la realidad es bastante más compleja. El IVA recaudado al vender Cola Cao en Segovia, ¿es contribución catalana o segoviana? Una empresa con sede en Barcelona y capital mayoritariamente del resto de España, ¿es (sólo) contribución catalana? ¿Hay que contabilizar el dinero asignado al ayuntamiento menorquín donde un catalán tiene su segunda residencia como retorno? La construcción de la carretera de Segovia por la que ha circulado el camión de Cola Cao y sin la cuál no habría habido beneficio, ¿es o no es retorno? El AVE Madrid Barcelona, es de Madrid o es de Barcelona y Lérida, o de Zaragoza. ¿O es de todos y es un retorno múltiple? ¿La legislación europea que protege a los productores agrícolas catalanes, es retorno?
Más allá de estas complejidades (superables idealmente en caso de voluntad de llegar a un acuerdo, pero en la práctica insoslayables), el mayor problema de las finanzas fiscales y sorprendentemente el menos comentado es que su cálculo sencillamente carece de sentido en los términos empleados hasta la fecha.
Para igualar el terreno, por favor leamos todos la introducción a la entrada de Wikipedia sobre los impuestos, de la sigue que:
1. Los impuestos son cargas para personas y empresas
2. Tienen que aportar en mayor medida quienes más tienen y
3. Se usan para que el estado pueda cumplir sus funciones y prestar servicios públicos
En resumen, el dinero entra por un lado en forma de impuestos (y aporta más quién más tiene) y sale por otro para la prestación de servicios de interés público (y se distribuye en función de las necesidades) (hagamos un esfuerzo por olvidar por un momento la corrupción...).
¿Cuál es la lógica entonces de las balanzas fiscales? NINGUNA.
Si se compara lo recaudado con lo que asignado (en relación a los residentes en un área geográfica, a cualquier grupo humano en general o incluso a nivel indvidual) es porque se supone que se supone que debe existir el máximo equilibrio entre ambos. Esto es intrínsicamente falso por numerosos motivos.
El quid no está en
cuántos impuestos paga los ciudadanos de Cataluña y cuánto recibena cambio, como no está en cuántos impuestos paga el ciudadano Martínez y cuánto recibe Martínez a cambio, o
cuántos impuestos pagan los ciudadanos de Santander en impuestos y cuánto reciben a cambio o
cuántos impuestos pagan los seguidores del Barça y cuánto reciben a cambio o
cuántos impuestos pagan las mujeres rubias y cuánto reciben a cambio o
cuántos impuestos pagan los pilotos de Iberia, y cuánto reciben a cambio, o
cuántos impuestos pagan los residentes de Pedralbes y cuánto reciben a cambio, o
cuántos impuestos pagan los que viven a orillas del Ebro,
... ¿sigo?
Y no tiene sentido por al menos cuatro motivos.
El más obvio es que lleva al absurdo: ¿cuál es el sentido de un sistema en el que todos (los catalanes, el ciudadano Martínez, los de Santander, los del Barça, las rubias, los pilotos de Iberia, los de Pedralbes y los del Ebro) reciben lo que dan? Para eso no vale la pena recoger impuestos y vale más que Martínez los de Santander, los del Barça, las rubias, los pilotos de Iberia, los de Pedralbes y los del Ebro se queden con su dinero y nos ahorramos el recoger impuestos y devolverlos.
El segundo es porque semejante sistema no tiene ninguna capacidad distributiva. No permite destinar recursos a aquellos que no los tienen y obliga a preservar los de los que sí los tienen inlcuso los de los más ricos.
El tercero es porque aunque se alcance una relación exacta entre los recaudado y asignado en algún nivel de agregación concreto (por ejemplo, por comunidad autónoma), nada garantiza que eso ocurra a cualquier otro nivel (por ejemplo, provincial, comarcal, municpal). En particular, aunque los catalanes en su conjunto reciban exactamente, hasta el último céntimo de euro, lo que se recauda de individuos y empresas sitas en Cataluña, ello no tiene ninguna implicación para su relación con la distribución en relación a otros humanos dentro de Cataluña (en función de renta, sexo, raza, localización geográfica, etc). Lo que no serviría absolutamente para nada, a menos que el hecho de ser residente en ua comunidad autónoma sea un bien superior a ser de cualquier provincia, comarca o ciudad en concreto, pero también a ser mujer rubia, piloto de Iberia o, de forma inexplicable para el ciudadano Martínez, ser el proprio ciudadno Martínez!).
El cuarto y fundamental es porque la razón del sistema no es el equilibrio entre entrdas y salidas sino el dar respuesta a las necesidades de servicios públicos de la población. Es la equidad en la atención a estas necesidades lo que se debería medir: ¿están los niños españoles en igualdad de condiciones de recibir educación pública de calidad, con independencia de los recursos de sus padres, de su raza, sexo y religión, del lugar donde vivan? ¿Ocurre otro tanto con la sanidad pública para niños y adultos? ¿Se dispone de infraestructuras de calidad que permitan el comercio, el desarrollo económico y el transporte de individuos? Son esos los únicos elementos pertinentes para un debate informado.
La identificación de inequidades en educación, sanidad, protección social, derechos y libertados personales y otras en función de renta, geografía (autonomía, municipio, o provincia, pero también ámbito rural o urbano, costero o de interior) es esencial para poder corregirlas.
En formato electoral:
Las balanzas fiscales son un auténtico cuento chino. Pero si piensas que te están robando, no estás tan equivocado: Palau de la Música, Caso Pretoria, y un largo etcétera.
No te dejes distraer ni equivoques a quién hay que pedir cuentas. Si quieres servicios públicos de calidad, pide servicios públicos de calidad.
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