Se reúnen un puñado de independentistas en Bruselas y el diario Ara titula: Brussel·les celebra per avançat la Diada del Sí y el pie de foto dice que (traduzco del catalán) "en el acto han participado un centenar de catalanes residentes en la capital europea."
Intentaré diseccionar la empanada cósmica en el
redactado de la noticia, resultado en parte de obvias técnicas de propoganda y
asimilación acrítica de una serie de falacias que no sostienen el menor
análisis. Y lo haré porque aunque parezca un ejercicio fútil, ejemplifica de maravilla el marco desde el que se interpreta la realidad hoy en día en Cataluña.
1. Inflación: la infatigable afición a inflar números, vulgo
mentir; los de la foto apenas llegan a 50 y cuesta creer que se hayan dejado
fuera de la misma a la mitad de los asistentes cuando esa reunión es TODA la
noticia). Ojo, que docenas es un número aceptable, pero claro, acostumbrados a
contar millones, quién presta atención a menos de un centenar.
2. Metonimia: Si los que se reúnen son independentistas, se
reúne Bruselas entera, así a lo bruto, toda la ciudad. En Bruselas hay un millón
largo de ciudadanos, unas 24 mil veces la cantidad de personas que se reunió.
En este caso es particularmente ridículo por dos motivos. la proporción es
irrisoria, menos de 0.01%
y porque no opera con tanta facilidad fuera el
territorio que los nacionalistas consideran suyo otra falacia fundamental: que ellos son los de verdad, los buenos, los
auténticos. En Bruselas y en franca minoría tiene menos efecto, pero en un pueblo de Cataluña, unos números menos vergonzantes se interpretan como algo indiscutible.
3. Silenciamiento: Una vez aplicados los pasos anteriores, qué más da
qué hicieron el millón largo de bruselenses ayer, o si se quiere, el 99,99%
restante? A saber cuántos otros cientos de catalanes se deseperaron en Bruselas
por lo que les llegaba por internet, los miles de ciudadanos que tal vez
lloraron al ver la enésima muestra de rebrote nacionalista en una Europa que se
ha visto una y otra vez azotada por su gangrena (y no hay que irse a épocas del
nacionalsocialismo, hace apenas hace veinte años de la guerra de los Balcanes
matanza de Srebrenica). No lo sabremos por la noticia.
4. Prosopopeya: Bruselas se fundó hacia 979 dC, pero no nació en
esa fecha, no ha pasdo una adolescencia, no tiene artrosis, ni halitosis ni se
ha muerto un hermano. Es una ciudad. Bruselas no puede celebrar nada, como no
puede entristecerse, no es diligente ni perezosa, no se enamorará ni cabe que
sea infiel. Es una ciudad. El nacionalismo es un desorden afectivo de la
política y los afectos y sentimientos son mucho más fáciles de aplicar a
individuos que a grupos. Mejor por tanto no hablar de los bruselenses, que son
muchos y costará justificar que TODOS piensen lo mismo. Sea Bruselas toda ella
una persona, que no me obligará a tener que reconocer una pluralidad de
opiniones y sentimientos.
5. Si cuela,
cuela. La UE, los dirigente de
Francia, de Alemania y ya se pierde la cuenta de cuántos otros países han
dejado claro no sólo su preferencia por una España unida, no sólo la exclusión
de automática de facto de una Cataluña secesionada, sino que han dicho
explícitamente estos días que consideran cualquier ataque al sistema
constitucional de cualquier país de la UE un ataque al mismo corazón de la UE.
Pues titulemos que Bruselas (que en muchos otros titulares quiere decir la UE)
celebra y si cuela, cuela. Y como a la gente lee y se cree sobretodo lo que le
gusta ver escrito, pues de camino alguien habrá que así lo entienda y aún lo
propague.
Esta gota malaya llevada al extremo, reiterada,
amplificada, subvencionada hasta la extenuación y en muchas ocasiones la única
con credibilidad en grandes partes de Cataluña, también la urbana, pero sobre
todo en la rural ha conseguido que miles de catalanes hayan abrazado una
ideología etnicista en lo público y profundamente egoísta en lo individual.
Cuando algo es creído por muchos, es imposible de
erradicar. Toneladas de pedagogía, filosofía y educación para la ciudadanía van a
hacer falta.