Contradiciendo una inveterada costumbre, escribo hoy a vuela pluma, espero se me disculpe.
En otro momento nos centraremos en otras iniciativas análogas, que no similares, a la que comentaba de Julio Anguita, y cuando tenga tiempo (y las ranas críen pelo), revsiaré qué es/fue del 15M. Todo ellos nos lleva al meollo de la cuestión, que es qué hay que hacer para remontar la crisis que nos asfixia y que dura ya más de lo previsto para aquellos que nada previeron: brotes verdes veía la ex ministra de economía y hacienda Salgado hace exactamente tres años.
La perplejidad se instala cuando se comprueba cómo el gobierno popular de Mariano Rajoy no ha conseguido mejorar un ápice la sensación de desgobierno y falta de control de la situación que invadía a la población española con el anterior presidente. No hacer nada no parece haber funcionado, tampoco tirar paletadas de dinero público en rehacer aceras, no ha servido de nada introducir modificaciones en la Constitución, algo impensable para muchos y encima vía exprés, no ha servido de nada recortar gastos hasta ahora. De hecho estamos a día de hoy PEOR que nunca. Algunos objetarán que el estacional descenso del número desempleados son buenas noticias. Más bien, qué diría de nuestra economía, tan basada en el turismo, si no lo hubiera habido.
Seguimos sin saber por tanto qué hacer y desde diversas posiciones se dan todo tipo de recetas. Anguita propone subir el salario mínimo, la UE austeridad, los que están al borde del deshaucio, la entrega de las llaves, los independentistas, independencia (receta que no falla nunca y que es a la vez reversible e impermeable al medio externo: si somos más ricos, independencia porque no queremos dar, si somos pobres es porque formamos parte y la solución vuelve a ser la independencia), y así. Cada uno tira para lo suyo y casi todas las reformas que se proponen son de tipo económico y social.
Y en medio de todo esto, el actual presidente va y decide no explicar al Parlamento de la nación el estado de las cosas, para que se pueda entender a qué nos estamos enfrentado. Lo cual que me cuesta decidir si considerar paternalista, cretino, o prepotente. Paternalista si lo motiva el no querer alarmar a la población. Los que le han votado tiene todos más de 18 años y los que no lo tiene merecen que sus papás y mamás sepan exactamente qué se está haciendo y por qué para poder tomar las decisiones oportunas entre las que se encuentra si endeudarse o no, si empezar a considerar aprovechar para pasar unos años en otro país al abrigo de gobiernos competentes o sencillamente para poner al propio presidente de patitas en la calle si no satisface su plan de gobierno. Cretino porque si lo que lo origina es el miedo a que la opinión pública mundial (los mercados) se enteren de detalles que pueden estimular actuaciones aún más desastrosas para nuestra financiación, el secretismo no es necesariamente tranquilizador y claramento existen notros canales para la obtención de la información de esta naturaleza. Prepotente por siquiera concebir que el gobierno puede sustraerse al control de sus acciones a su antojo.
Y de hecho es esta una de las primeras razones por las que España se está despeñando. Hay crisis de deuda soberana, hay crisis económica, hay crisis financiera, empieza ser palpable una crisis social y cabe esperar que todo ello resulte en una crisis política, que sin embargo parece más lejana que nunca o, más propiamente ,tan improbable como siempre. Pero detrás de cada una de ellas asoma, a poco que es tire del hilo, la lacerante disfunción de nuestro sistema democrático y de derecho. Por si alguien tiene alguna una duda, democrático no es equivalente a depositar votos en una urna sin limitación de candidatos. Requiere un complejo sistema de controles internos y externos y mecanismo efectivos de correción de las disfunciones. del sistema que garanticen que las actuaciones del sistema se ajustan a las leyes, que lo prima en la acción pública es el bien común, y que las en las actuaciones de los representates NO es determinante su propio beneficio (no digamos ya lucro, como es directamente el caso en nuestro país). Pues bien todo ello está muy debilitado en España.
Una democracia joven, apuntan algunos. No, más bien la inexorable acción de los partidos políticos a lo largo de 35 años que se han dedicado a reorientar la función de la cosa pública en su propio beneficio con la complecencia de sus representados. Primero el benefcio de la duda ante PSOE cuyo acceso por mayoria absoluta al poder se equiparó con el verdera retorno de la democracia y cuyos representantes prevaricaron, renunaciaron a sus objetivos primeros, practicaron terrorismo de estado y utilizaron el estado para sus propios fines, torcieron el espíritu de la norma magna y se enriquecieron en el proceso. Suya es la elimiación del recurso previo de constitucionalildad, por la que sólo se reconoce ahora la ilegalidad de una norma cuando lleva tiempo en vigor y la consolidación de un sistema de cuotas en las que los partidos políticos se reparten según representación parlamentario la designación de multitud de cargos de enorme relevancia, en particular los de consejo general de poder judicial o los del tribunal constitucional. Luego un partido popular que llegó al poder con la promesa de la regeneración institucional y que no hizo absolutamente nada para reconducir la situación. Lo posterior es la repetción de la historia en forma de farsa. Un PSOE entregado a un líder que transformó el partido mayoritario de los españoles en una mero producto de márketing sin la menor coherencia, exceptuando la de hacer lo posible por mantenerse en el poder, y un PP al que los españoles se entregaron con reticencia y sobre todo vista la nulidad de la alternativa y que se ha demostrado digno continuador de la nulidad anterior.
Continuará en breve...
En otro momento nos centraremos en otras iniciativas análogas, que no similares, a la que comentaba de Julio Anguita, y cuando tenga tiempo (y las ranas críen pelo), revsiaré qué es/fue del 15M. Todo ellos nos lleva al meollo de la cuestión, que es qué hay que hacer para remontar la crisis que nos asfixia y que dura ya más de lo previsto para aquellos que nada previeron: brotes verdes veía la ex ministra de economía y hacienda Salgado hace exactamente tres años.
La perplejidad se instala cuando se comprueba cómo el gobierno popular de Mariano Rajoy no ha conseguido mejorar un ápice la sensación de desgobierno y falta de control de la situación que invadía a la población española con el anterior presidente. No hacer nada no parece haber funcionado, tampoco tirar paletadas de dinero público en rehacer aceras, no ha servido de nada introducir modificaciones en la Constitución, algo impensable para muchos y encima vía exprés, no ha servido de nada recortar gastos hasta ahora. De hecho estamos a día de hoy PEOR que nunca. Algunos objetarán que el estacional descenso del número desempleados son buenas noticias. Más bien, qué diría de nuestra economía, tan basada en el turismo, si no lo hubiera habido.
Seguimos sin saber por tanto qué hacer y desde diversas posiciones se dan todo tipo de recetas. Anguita propone subir el salario mínimo, la UE austeridad, los que están al borde del deshaucio, la entrega de las llaves, los independentistas, independencia (receta que no falla nunca y que es a la vez reversible e impermeable al medio externo: si somos más ricos, independencia porque no queremos dar, si somos pobres es porque formamos parte y la solución vuelve a ser la independencia), y así. Cada uno tira para lo suyo y casi todas las reformas que se proponen son de tipo económico y social.
Y en medio de todo esto, el actual presidente va y decide no explicar al Parlamento de la nación el estado de las cosas, para que se pueda entender a qué nos estamos enfrentado. Lo cual que me cuesta decidir si considerar paternalista, cretino, o prepotente. Paternalista si lo motiva el no querer alarmar a la población. Los que le han votado tiene todos más de 18 años y los que no lo tiene merecen que sus papás y mamás sepan exactamente qué se está haciendo y por qué para poder tomar las decisiones oportunas entre las que se encuentra si endeudarse o no, si empezar a considerar aprovechar para pasar unos años en otro país al abrigo de gobiernos competentes o sencillamente para poner al propio presidente de patitas en la calle si no satisface su plan de gobierno. Cretino porque si lo que lo origina es el miedo a que la opinión pública mundial (los mercados) se enteren de detalles que pueden estimular actuaciones aún más desastrosas para nuestra financiación, el secretismo no es necesariamente tranquilizador y claramento existen notros canales para la obtención de la información de esta naturaleza. Prepotente por siquiera concebir que el gobierno puede sustraerse al control de sus acciones a su antojo.
Y de hecho es esta una de las primeras razones por las que España se está despeñando. Hay crisis de deuda soberana, hay crisis económica, hay crisis financiera, empieza ser palpable una crisis social y cabe esperar que todo ello resulte en una crisis política, que sin embargo parece más lejana que nunca o, más propiamente ,tan improbable como siempre. Pero detrás de cada una de ellas asoma, a poco que es tire del hilo, la lacerante disfunción de nuestro sistema democrático y de derecho. Por si alguien tiene alguna una duda, democrático no es equivalente a depositar votos en una urna sin limitación de candidatos. Requiere un complejo sistema de controles internos y externos y mecanismo efectivos de correción de las disfunciones. del sistema que garanticen que las actuaciones del sistema se ajustan a las leyes, que lo prima en la acción pública es el bien común, y que las en las actuaciones de los representates NO es determinante su propio beneficio (no digamos ya lucro, como es directamente el caso en nuestro país). Pues bien todo ello está muy debilitado en España.
Una democracia joven, apuntan algunos. No, más bien la inexorable acción de los partidos políticos a lo largo de 35 años que se han dedicado a reorientar la función de la cosa pública en su propio beneficio con la complecencia de sus representados. Primero el benefcio de la duda ante PSOE cuyo acceso por mayoria absoluta al poder se equiparó con el verdera retorno de la democracia y cuyos representantes prevaricaron, renunaciaron a sus objetivos primeros, practicaron terrorismo de estado y utilizaron el estado para sus propios fines, torcieron el espíritu de la norma magna y se enriquecieron en el proceso. Suya es la elimiación del recurso previo de constitucionalildad, por la que sólo se reconoce ahora la ilegalidad de una norma cuando lleva tiempo en vigor y la consolidación de un sistema de cuotas en las que los partidos políticos se reparten según representación parlamentario la designación de multitud de cargos de enorme relevancia, en particular los de consejo general de poder judicial o los del tribunal constitucional. Luego un partido popular que llegó al poder con la promesa de la regeneración institucional y que no hizo absolutamente nada para reconducir la situación. Lo posterior es la repetción de la historia en forma de farsa. Un PSOE entregado a un líder que transformó el partido mayoritario de los españoles en una mero producto de márketing sin la menor coherencia, exceptuando la de hacer lo posible por mantenerse en el poder, y un PP al que los españoles se entregaron con reticencia y sobre todo vista la nulidad de la alternativa y que se ha demostrado digno continuador de la nulidad anterior.
Continuará en breve...